Allá por 1837, al entomólogo Mariano de Paz Graells, le había comentado su colega, el profesor de Física Juan Mieg, un bulo que corría por la región, según el cual volaba por los pinares del Guadarrama una mariposa oriunda de Norteamérica, la Actias Luna, introducida de quién sabe que oscura manera en la sierra castellana.
Durante 11 largos años la buscó de manera infructuosa. Fueron 11 temporadas de extraordinarias correrías entomológicas en busca de algo que, al bueno de don Mariano, terminó por antojársele como un fantasma.
Era uno de los últimos días del verano de 1848, cuando Graells, cansado de su caminata, que en aquella jornada le había llevado hasta los entonces remotos Pinares Llanos de Peguerinos, se sentó a la sombra de un árbol. Caía la tarde, cuando el perrillo que siempre le acompañaba en sus correrías comenzó a ladrar con insistencia. Alertado, nuestro hombre se puso en pie para averiguar qué es lo que ponía nervioso al animal. Cuando llegó hasta él, descubrió sobre un tocón a una formidable mariposa jamás vista hasta entonces. Por fin la había descubierto. Pronto se dio cuenta Graells de que no se trataba del referido insecto americano, sino de una mariposa desconocida; nueva para la ciencia. De inmediato la describió, catalogó y comunicó al mundo tan feliz descubrimiento, dedicándoselo de paso a la Reina Isabel II de España, tal y como puede leerse en sus escritos: «Al augusto nombre de S.M. la Reina Doña Isabel II dedico esta magnifica Saturnia, único representante en Europa de la sección a la que pertenecen la Diana, Luna, Selena, Isis y otras divinidades menos positivas que la nuestra».
Se trataba de un formidable hallazgo. Graells había descubierto al que es considerado el lepidóptero más espectacular y hermoso del continente. No contento con ello, preparó un bello ejemplar, enviándoselo a la reina. Ésta, en señal de reconocimiento, lució aquella bella joya prendida de su pecho en un baile de palacio.
Durante 11 largos años la buscó de manera infructuosa. Fueron 11 temporadas de extraordinarias correrías entomológicas en busca de algo que, al bueno de don Mariano, terminó por antojársele como un fantasma.
Era uno de los últimos días del verano de 1848, cuando Graells, cansado de su caminata, que en aquella jornada le había llevado hasta los entonces remotos Pinares Llanos de Peguerinos, se sentó a la sombra de un árbol. Caía la tarde, cuando el perrillo que siempre le acompañaba en sus correrías comenzó a ladrar con insistencia. Alertado, nuestro hombre se puso en pie para averiguar qué es lo que ponía nervioso al animal. Cuando llegó hasta él, descubrió sobre un tocón a una formidable mariposa jamás vista hasta entonces. Por fin la había descubierto. Pronto se dio cuenta Graells de que no se trataba del referido insecto americano, sino de una mariposa desconocida; nueva para la ciencia. De inmediato la describió, catalogó y comunicó al mundo tan feliz descubrimiento, dedicándoselo de paso a la Reina Isabel II de España, tal y como puede leerse en sus escritos: «Al augusto nombre de S.M. la Reina Doña Isabel II dedico esta magnifica Saturnia, único representante en Europa de la sección a la que pertenecen la Diana, Luna, Selena, Isis y otras divinidades menos positivas que la nuestra».
Se trataba de un formidable hallazgo. Graells había descubierto al que es considerado el lepidóptero más espectacular y hermoso del continente. No contento con ello, preparó un bello ejemplar, enviándoselo a la reina. Ésta, en señal de reconocimiento, lució aquella bella joya prendida de su pecho en un baile de palacio.
Como era de esperar se establecieron algunas dudas sobre la mariposa e incluso ciertos sectores consideraron que era una simple «invención» de Graells, quien la habría traído de alguna de sus expediciones por el Tercer Mundo. Medio siglo después de aquello, se determinó que la mariposa no pertenecía a la familia de las Saturnia, sino que, por sus exclusivas características, precisaba de un lugar propio dentro de la clasificación animal. A propuesta de un entomólogo norteamericano, fue denominada Graellsia Isabelae, en justo homenaje a su descubridor, nombre con la que se conoce a la que es considerada reina de las mariposas de Europa.
Es una mariposa difícil de ver, ya que vuela a partir del crepúsculo hasta el amanecer, y es durante la primavera (principalmente en mayo) cuando emergen del capullo.

El día amaneció estupendo. El cielo estaba totalmente azul y la temperatura invitaba a disfrutar de un día casi primaveral... ¡¡¡¡En el mes de enero!!!. Salimos Txema y yo de El Espinar sobre las 09:45, y llegamos a Peguerinos por la carretera que parte desde el Alto del León. Las vistas desde allí, son espectaculares. Tras baches varios y algo de hielo en la zona de la umbría nos fuimos adentrando en un pinar tremendamente cuidado y con unas zonas recreativas envidiables. Sobre las 10:30 llegamos a la Plaza de Peguerinos, donde nos estaban esperando Carlos, Nuria y Alfonso. Tras el desayuno de rigor para coger fuerzas, plantear la ruta y esperar a que se incorporara el último componente del grupo Javi, aparcamos los coches al lado del pantano de La Aceña, cerca del cementerio, donde comenzamos la ruta.


Silvia
1 comentario:
Hola, mirar http://www.facebook.com/photo.php?fbid=309552582458406&set=a.190314104382255.50933.188784067868592&type=1&theater¬if_t=like, En La Tinença de Benifassá podeis ver esta preciosidad de mariposa.....
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